Esta semana está siendo especialmente complicada gastronómicamente hablando. Porque no puedo comer de nada. Preparación para una prueba, nada complicado ni que me vaya a suponer un problema (o eso espero, ¡que son tres días!)
Pero me hace pensar en la gente que vive constantemente a dieta muy restrictiva y me parece normal que no haya adherencia. Es que con hambre no se puede pensar en otra cosa.
De verdad.
Total, que como no me dejan comer nada pues me dedico a hacer cosas para los demás.
Y por eso hoy tocan magdalenas. Para estropear las operaciones bikini de los demás. Y porque pienso todo el rato en comer.
Magdalenas de limón con semillas de amapola. Lo de las semillas de amapola es porque es muy moderno, que tampoco saben a nada. Y aunque supieran a algo habría que echar muchas para notarlo.
Y, como siempre, tampoco soy nadie para hablar de las virtudes de tal o cuál ingrediente. Lo iba a sacar de Wikipedia y eso podemos hacerlo todos J
Por lo visto saben muchísimo a limón, pero son esponjosas –objetivo cumplido- y no excesivamente grandes.
Tampoco soy muy amiga de hacer las magdalenas tan grandes como pelotas de tenis, que al final la gente empieza a coger solo mitades y como se queda duro no lo quiere nadie.
Bueno, al lío que siempre me entretengo (el hambre me hace divagar).
NECESITAMOS (para 12 unidades)
275 gramos de harina de trigo (yo, como siempre, integral)
75 gramos de azúcar
1 cucharadita de levadura en polvo
1 cucharadita de bicarbonato
Media cucharadita de sal
90 gramos de aceite de oliva
2 limones
1 naranja
2 huevos
1 cucharadita de esencia de vainilla (opcional)
150 gramos de yogur (griego)
Dos cucharadas de semillas de amapola
CÓMO SE HACE
Vamos a necesitar el zumo y la ralladura de los limones y de la naranja, así que nos ponemos a ello.
En un bol batimos el aceite de oliva con el azúcar un par de minutos. Añadimos los zumos y las ralladuras, también las semillas de amapola y la esencia de vainilla si queremos. Seguimos batiendo.
Echamos un huevo y seguimos dándole candela, cuando se haya integrado completamente pues echamos el otro.
Vamos ahora con el yogur.
La verdad es que es todo bastante repetitivo. Pero hay que batir muy bien después de cada ingrediente.
En otro bol ponemos el resto de ingredientes. Los secos. Es decir, la harina, la sal, el bicarbonato y la levadura.
Ahora echamos el contenido del segundo bol en el primero y mezclamos hasta que esté justo incorporado (siempre me ha gustado esta expresión). Vamos, que no os paséis mezclando.
Metemos en la nevera.
Encendemos el horno a 220ºC.
Mientras se calienta y la masa reposa vamos preparando los moldes de las magdalenas. Yo uso bandejas metálicas, que no me gusta cómo se quedan con las de silicona. Pero las que tengáis.
Ponemos un papel en cada una.
Sacamos la masa de la nevera que estará algo más espesa y llenamos los moldes hasta dos tercios de su capacidad.
Horneamos durante 5 minutos a 220ºC, después bajamos la temperatura a 190 y lo dejamos unos 15 minutos más, veremos que los copetes que han salido estarán doraditos.
¡Y dejamos que se enfríen antes de comérnoslos y que no nos sienten mal!
Anaïs